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Las heridas del alma. Parte 2

El abandono, su dependencia en el alma y en espíritu.

El abandono
San Juan, Argentina.

Como vimos anteriormente las heridas del alma o de la infancia son importantes reconocerlas en uno mismo para comprender los procesos mentales, emociones y las interpretaciones que tenemos de las situaciones incluso más cotidianas. Nos muestran el otro lado de porque repetimos ciertos patrones, dándonos una salida diferente a la realidad desde el momento presente. 

Por eso recordar y ver con amor estas heridas que traemos desde la infancia, es darle un lugar a ese niño interior que quedó con algún dolor sin sanar. Reconocer la fragilidad en uno mismo, nos permite contemplar nuestro pasado para sanar en un presente y crear un futuro distinto. 

A medida que vayas profundizando en tu interior y reconociéndote, cuál o cuales son esas heridas que proyectamos, te invito a abrazar ese niño interior y que observes el juicio que tienes de esa situación que provocó tanto dolor. "Papá se fué", "me dejaban solo", lo que sienta tu alma y lo que tu mente trae, que con esa edad de niño comprendió de aquel momento, incluso aquello que escuchaste de mamá o papá.  

Abandono y la máscara del dependiente.

La herida del abandono se siente más al nivel del “hacer y tener” que en el nivel del “ser” (como es el caso de la herida del rechazo).

La herida puede producirse durante los seis y dieciocho meses de vida.

La Huella de abandono es una herida importante cuando sentimos que hemos sido abandonados, no sólo en el plano físico, sino en el emocional y psicológico. El temor a la soledad es su tónica y por tanto, demandan una exagerada atención y presencia. 

Para las personas con huella de abandono, nada es suficiente.

Situaciones que pueden despertar la herida del abandono son:

- La madre debe ocuparse de su recien nacido bebé. El otro hijo se siente abandonado.

- Si los padres trabajan todo el día y no tienen tiempo para los niños (padres ausentes), pueden sentirse abandonados.

- Si el niño tiene que estar en cama en el hospital sin entender qué le ocurre y no está acompañado, puede sentirse abandonado.

- Si el niño tiene que quedarse en casa de un familiar durante un tiempo alejado de sus padres, puede sentirse abandonado.

Normalmente la herida del abandono se reaviva con el padre de sexo opuesto. 

En ocasiones quien sufre de abandono también sufre de rechazo (con el padre del mismo sexo). Mientras sigamos estando resentidos con alguno de nuestros padres, tendremos dificultades con las personas del mismo sexo que nuestro padre a quien no hemos perdonado. 

Para PERDONAR, no hay nada mejor que comprender que él/ella son también víctimas de sus padres, y que les acusamos de algo que nosotros mismos hacemos.(luego aclaro este punto). Comprender que lo hacen lo mejor que saben o pueden.

Hombre Soledad Playa

Quien sufre de abandono siente que no tiene suficiente alimento afectivo. Para no sentir esa carencia afectiva, se construyen la máscara de la dependencia. Los dependientes piensan que nunca serán capaces de valerse por sí mismos, y que necesitan a alguien en quien apoyarse. 

Imagen corporal.

Algunas partes de su cuerpo se muestran flácidas o sin tono muscular, como si no pudieran aguantarse solas. Los dependientes tienden a adoptar el papel de víctima. Atraen problemas para atraer la atención de los demás. Pero la atención de los demás nunca es suficiente para ellos. Sueñan en destacar o tener papeles “estrella” ante grandes audiencias. Su necesidad de atención es insaciable, por eso cuando comen no ganan peso, pues hay en ellos una creencia profunda que dice que “nada es suficiente”. A los que adoptan el papel de víctima suelen tender tarde o temprano a adoptar el papel de salvador. Jugarán el papel de “padre o madre” con sus hermanos o tratarán de salvar alguien a quien aman y que está en dificultades. Hacen para los demás para sentirse importantes, y esperan afecto a cambio. Asumen responsabilidades que no les corresponden, y sufren por los demás, dependiendo su felicidad de la felicidad del otro.

Creen que si logran hacerlo todo bien solos, nadie se ocupará de ellos en el futuro, y para tratar de evitar ese posible aislamiento, buscan alguien con quien sentirse apoyados para realizar sus proyectos. Los dependientes tienen muchos altos y bajos. Su gran miedo a estar solo es lo que genera esas subidas y bajadas de humor. Pueden aguantar lo inaguantable con una pareja para no sentirse solos. Viven en la esperanza emocional de que en el futuro las cosas pueden cambiar. Tiene problemas con la palabra “dejar”. Si alguien les dice “Te tengo que dejar, tengo que irme”, se sentirán heridos. Tienen dificultades en dejar una situación, persona o lugar. 

La emoción más intensa que siente un dependiente es la tristeza. Buscan la compañía de los demás para no sentir esa tristeza. Pueden usar el sexo para sentirse próximas a la otra persona. Tienen miedo de todas las formas de autoridad, pues piensan que alguien autoritario es frio y no va a cuidar de ellos. Por eso los dependientes son cálidos con los otros. Temen recibir demasiada atención de los demás, por miedo a sentir emociones demasiado profundas de abandono. Tan pronto la relación se vuelve intensa, buscan una manera de hacer que termine.

Pueden acusar a Dios de abandonarles en la vida. No se dan cuenta con qué frecuencia ellos mismos decepcionan a los demás, o con qué facilidad abandonan proyectos sin acabar. 

El abandonado se siente víctima, con necesidad de fusionarse, de una presencia y de ser ayudado. Tiene dificultad para tomar decisiones. Pide consejos aunque no los sigue. Tiene dificultad para aceptar un rechazo. Se ancla en la tristeza, para generar pena a los otros. Tiende a la dependiente material en los otros, aunque busca la independencia interiormente.

Abandono Infantil

Parejas

En su relación de pareja, por momentos su demanda se puede volver molesta y hasta irritante entre sus allegados. Las personas con huella de abandono parecen no tener sensación de plenitud. Es como si tuvieran un hueco interno que no logra llenarse con nada, y además viven con un gran resentimiento, si la pareja no cubre con todas y cada una de sus expectativas.

El clima de la pareja es de frustración y de impotencia de no poder sacar a su pareja de esa situación, tienden a la depresión y a la dependencia. Algunas de ellas, se vuelven codependientes, y en general, se ligan con parejas de las cuáles puedan depender, les resuelvan sus necesidades o bien, las abandonen frecuentemente en todos los sentidos.

Necesitan atención de su pareja, pero no dan al otro lo que le piden. Si el dependiente quiere tomarse un rato para leer a solas, todo está bien. Pero si es la pareja quien decide tomarse un rato para leer a solas, se lo tomar como si no hubiera sucesos importantes de ser tomado en cuenta.

Son inestables y requieren de la presencia del otro en suma frecuencia, lo que puede llegar a vivir conflictos bastante serios, sobre todo, cuando se ligan con parejas independientes, autónomas o bien, adictas o narcisistas.

Pero la pareja, por más que haga, jamás podrá resolver el conflicto de abandono, es una responsabilidad propia, si es que en realidad deseas curar y sanar tus heridas del corazón.

Cuando se dan cuenta del problema que trae su dependencia, en lugar de aceptarla, intentan ser independientes. Muchas personas que tienen la herida del abandono no quieren ver su dependencia, y se creen los más independientes. La autonomía es sana, no este tipo de independencia.

Su equilibrio vendría de encontrar la confianza en sí mismos y recuperar su 

autoestima. Para aclarar el punto sobre lo que nosotros hacemos, cabe preguntarnos, ¿ en que me abandono? ¿Qué área de vida estoy descuidando? ¿ Qué he dejado inconcluso?. Son pequeñas preguntas que nos permiten equilibrar nuestra herida y recuperar confianza. 

Desde el espíritu.

Todo aquello a lo que seamos dependientes en el fondo esconde esta herida para reconocerla.

A nivel espiritual esta herida es la de mayor impacto en la persona, cuando no reconocemos nuestra fuente, de quien venimos es cuando comienza a golpear nuestra puerta. El tocar fondo con el abandono es perder la confianza en uno mismo, en Dios, en todo. Todo traemos herida de abandono, sobre todo con papá. No solo papá terrenal sino papá espiritual. Al olvidar de quien venimos, y lo que hemos venido a servir se profundiza el dolor en el espíritu. 

Dios siempre nos llama por el nombre, y como buen Señor, toca la puerta antes de entrar. Para quienes estén dispuestos a sanar su corazón roto, (como dice Cary Palmón en su libro, Reparando el corazón roto) es necesario reconocer al alfarero, y uno simplemente es su creación. 

La esclavitud, es vivir en esa profunda herida sin ser capaces de perdonar. Hemos aprendido a reprimir sucesos dolorosos en una maleta, la cual sigue doliendo y nos paraliza en el desarrollo de nuestra vida.

Manteniendo una nueva relación con Dios, ( no es religión,  es relación) nos sana eternamente.

“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”, 1 Juan 1:2.