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Hablemos.

La mariposa dentro de la crisálida no piensa: ¨Que bueno sería salir de esta oscuridad¨.

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La Plata

Hablemos de transformación. ¿Te parece bien?

Muchas veces escuché esta frase. Algunas veces, como mujer que soy, me imaginé un corte diferente de cabello, otro color de tintura, el maquillaje renovado con un estilo mas moderno.

En realidad la transformación es algo más profundo, es interior, es recorrer las sombras y descubrir mi luz.

¿Que tienen que ver las sombras y la luz con la transformación?

Vamos paso a paso y te cuento como la vivo.

La luz la percibimos por la ausencia de la misma, o sea la existencia de la oscuridad. La luz es la que produce las sombras. La luz ilumina esos rincones oscuros de la habitación o del alma y nos permite descubrir lo que alli yace, lo que siempre estuvo sin embargo no veíamos.

Al percibir lo que hay en ese rincon oscuro ya podemos ponerle un nombre, identificarlo, luego de distinguirlo, elegimos que queremos hacer.

¿Es un rincon sucio que deseo limpiar?

¿Es un rincón donde decido dejarlo como está a modo recordatorio de dónde vengo, de lo que fuí?

¿Es un rincón que ahora tendrá un nuevo uso?

Cuando elijo y pongo esa elección en acción es cuando me transformo.

La mariposa dentro de la crisálida no piensa: ¨Que bueno sería salir de esta oscuridad¨.

La mariposa simplemente comienza a abrirse camino hacia afuera , dejando la oscuridad. Cuando llega a la luz, ese esfuerzo, ese proceso lento, trabajoso, la hace ser una mariposa capaz de volar y volar grandes distancias, por cierto.

Cuando yo hago mi proceso de descubrir esos lugares oscuros de mi alma, puedo trabajar mi camino hacia la luz, volar, alcanzar lo que antes, por temor, no me atreví.

Eso es la transformación en mi vida.

Si la acompaño, como un reflejo de lo que sucede interiormente, con un cambio externo, bienvenido sea.

Lo mas importante que esa luz interior que albergo, que está en mí, encuentre su camino fuera de la crisálida, sea compartida su belleza, su esplendor con quien desee contemplarla.

En ese proceso de dejar salir mi luz, de compartirla es donde la felicidad radica.

No está en los bienes que poseo, está en los valores que comparto.

Y a diferencia de la mariposa, mis transformaciones son sucesivas, no es única.

Voy descubriendo, soltando, abrazando, desarrollando, entregando, recibiendo.

Es un proceso constante, dinámico, hermoso.

Abrazar el cambio, dejarse llevar por esa luz sabiendo que cual faro nos guiará a buen puerto.

Transitar, con mis temores e inseguridades, lo que no conozco para alcanzar lo que siempre supe, imaginé, desee.

Es abrirme a lo que la vida me entrega, y dejar que Quien cuidó de mi en el inicio de mi vida, lo sigue haciendo a cada paso, en cada etapa, hasta el final.

Es decirme cada mañana: ¡Elijo la vida! ¡celebro la vida!

¿Y si no elijo la vida? Bueno, simplemente estoy dentro de la crisálida, dejando que el tiempo pase porque no elijo la laboriosa tarea de abrirme paso hacia la luz.

Por ello escogí mi profesión, por esa maravillosa oportunidad de estar al lado de otra alma mientras trabaja arduamente por salir de esa oscuridad mental en la que la ansiedad, la exigencia, el multitasking, la competividad la han colocado y extenderse hacia la luz de la tranquilidad, la armonia, la calma, el disfrute.

¡Elijo la vida! ¡Celebro la vida!

¿Y vos?