A los 18 años decidí que quería dedicar mi vida al servicio, a empoderar a las personas para que cuenten con herramientas para sanar su cuerpo físico, mente y emociones. A conectar con la divinidad que nos habita, con el amor y la consciencia que somos. Todo esto es una elección de vida a partir de la cual uno prioriza todo aquello que le permita anclarse cada vez en forma más profunda y permanente en esa plenitud, en ese amor y en esa consciencia que todos somos en esencia.
Uno que sabía dijo: “yo soy el camino, la verdad y la vida”...”yo soy amor”...El amor es el camino, la verdad y la vida. Todo camino genuino de salud y crecimiento personal nos acerca al amor y a las otras personas. El amor verdadero es el que te saca de la comodidad y te invita a crecer.
Desde adentro.
En tercer año de Medicina sufrí una profunda crisis, como Médico quería ayudar a través de mi profesión y no sentía salud ni entusiasmo en los médicos que me formaban (salvo contadas excepciones). Tampoco veía que los pacientes del hospital estuvieran obteniendo herramientas para generar salud ni resolviendo sus enfermedades crónicas. Hacía años que meditaba, entrenaba mi cuerpo y comía en forma consciente. Experimentaba con claridad lo que era una salud integral. Sabía que la única forma de transmitir salud era desde la salud y por ello no podía estar entre 24 y 72 horas seguidas trabajando dentro del hospital (como exigen la mayoría de las residencias de formación (o deformación ) de “agentes de salud”. Una persona que se quema las pestañas durante 8 años para ingresar a una residencia y que al hacerlo pasa dos o más días por semana trabajando más de 24 horas seguidas es probable que pierda la noción de la integralidad del ser y de la salud. Por simple agotamiento físico y psicoemocional. Una persona agotada y estresada es fácilmente manipulable.
Así nos forman como médicos, como agentes de salud. ¿Será necesario? ¿Quién se beneficia? Los médicos seguro que no, y sus pacientes tampoco. Los médicos somos de las personas que mayor tendencia tenemos a enfermar y, supuestamente, los que más sabemos de salud; qué paradoja. En la actualidad contamos con recursos para que la mayor parte de las personas pueda llegar a los 80 años con una salud digna. No se trata de cuánto vivimos sino de cómo vivimos. Un fármaco con un costo de producción de $25 se vende en más de $1000. ¿Es eso ético? ¿Respeta el derecho a la salud? ¿Será que esto perjudica a millones y beneficia a unos pocos?
Tenemos el potencial de crear el cielo en la tierra. Solo tenemos que empezar a cooperar en lugar de competir por nuestra prosperidad individual. ¿En medicina nos están enseñando verdaderamente formas de conservar la salud y robustecerla? La salud es simple, la felicidad es simple; pero la vida simple, es un muy mal negocio. El sistema médico actual nos mantiene PREocupados por la salud, Pendientes de estar al día con los controles para que si aparece algo malo lo encontremos cuanto antes. Además de hacer los controles que correspondan la mayoría de la energía y de la inversión en salud debería estar en empoderar a las personas para que se OCUPEN de estar sanos hoy y de educar a las personas para que sostengan una forma de vida que fortalezca su salud, por el resto de sus vidas. Hoy la enfermedad es un negocio y el sistema de SALUD está orientado hacia la enfermedad. Habría que recordarle que es un sistema de SALUD, en lugar de uno de ENFERMEDAD Y FÁRMACOS.
El nuevo paradigma.
Los pacientes conscientes son quienes dan forma a un nuevo paradigma de salud, dejan de pedirle al médico que le dé en la tecla para resolver el síntoma y así seguir viviendo mal. Le piden al profesional de la salud que les ayude a comprender el funcionamiento de sus cuerpos, de sus mentes, de sus emociones. Esperan que les den herramientas para conocerse, para cuidarse, para equilibrarse. Están dispuestos a modificar todo aquello que deteriore su salud.
Están dispuestos a incorporar todo aquello que tonifique su salud.
La percepción del tiempo en medicina.
Un médico sobreexigido y mal pago durante su formación contará con escasa energía y entusiasmo para estudiar que hay algo más en relación a la salud que lo que nos enseñan en el hospital. Una vez recibidos, alrededor de los 30 años, los médicos solemos practicar lo aprendido con cierto apuro para formar nuestras familias, tener una casa propia, etc. Las consultas de 15 minutos (encuadre hospitalario) contribuyen aún más a esta pérdida de un abordaje integral. Los médicos vamos a recuperar la dignidad de nuestra profesión cuando nos formen como agentes de salud primero y a tratar la enfermedad en segundo lugar. Cuando nuestras jornadas de trabajo y formación duren 9 horas o menos. Cuando el ritmo de vida del médico le permita estar sano a nivel físico y psico-emocional. Cuando nos eduquen primero en obtener una salud plena, y desde ese lugar poder transmitir salud. Solo podemos brindar lo que tenemos. Solo podemos dar lo que tenemos integrado en nuestra vida.
La empatía es el eje de todo vínculo terapéutico. El abordaje médico actual perdió la empatía, no hay tiempo ni energía para escuchar. Uno de los principales gestos terapéuticos de todo médico es percibir dónde radica el mayor desequilibrio en la forma de vida de la persona, el cual suele ser la causa de sus síntomas, malestares y enfermedades.
Solo podemos acceder a la raíz de las causas a través de la empatía, de brindarnos el tiempo, el espacio y la disposición para escuchar y profundizar en la persona que tenemos enfrente, el protocolo estandarizado repetitivo atenta contra esta dinámica. Para todo cuadro sindromático que encuadra en un diagnóstico realizamos similares abordajes farmacológicos y es allí donde culminan la mayoría de las consultas médicas.
Más allá del síntoma.
Esto puede ser adecuado en algún punto. Hay algo más detrás de toda manifestación somática. ¿Qué llevó al desequilibrio?
De no atender la causa esencial o profunda del desequilibrio, la raíz, que siempre se encuentra en algún aspecto de la forma en la cual la persona está viviendo, se proseguirá de una manifestación somática a otra siempre buscando la solución afuera en lugar de revisarnos y trabajar la cuestión de fondo.
Este panorama me llevó a buscar una forma diferente de ejercer la medicina:
desde la salud y para la salud; es de la vida, en sintonía con la vida y respetando la vida. Una medicina que recupere la confianza en la inteligencia del cuerpo, en su capacidad de regeneración, evitando reprimir síntomas de depuración corporal tales como el cansancio, dolor de cabeza, la fiebre, la diarrea, los estados gripales, mucosidades, urticaria, erupciones, etcétera. La medicina académica es maravillosa para infecciones que no remiten por medios naturales, politraumatismos y para muchas otras cosas; pero ante las dolencias crónicas degenerativas, el cáncer, las enfermedades autoinmunes y las enfermedades cardiovasculares, debemos empoderarnos y hacernos cargo cambiando todos aquellos hábitos y patrones conductuales que nos llevan a la enfermedad.
Que este escrito sea una guía práctica para generar salud mediante las acciones concretas que realizamos a diario.
Está todo en las manos del lector.
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