Cuando realizo vivos en IG, los participantes comienzan a interactuar y también a enviar mensajes privados proponiendo temas.
Uno de ellos me resultó interesantísimo: la mirada ajena.
¿Qué nos sucede cuando estamos pendientes de la aprobación del otro, de la opinión del otro?
Yo misma he sido presa de la mirada ajena por lo que puedo atestiguar los efectos devastadores que tiene en la confianza, seguridad y percepción propias.
Considero que el primer impacto negativo es el psicológico, ya que al estar híper conscientes del otro y de la evaluación que hace de nosotros nos puede generar autoconciencia permanente y llevarnos a la ansiedad social.
Ya no disfrutaremos de eventos sociales, como solíamos hacerlo, vamos perdiendo nuestra autenticidad. En esa vorágine de ser aceptados perdemos valores, esa característica que nos hace únicos e irrepetibles como personas, y comenzaremos a ser autoexigentes, críticos con nosotros y los demás, nos concentraremos en lo que nos falta y perdemos de vista todo lo que tenemos.
Con todo este cuadro ¿Quién puede dormir profunda y reparadoramente durante la noche? ¿Quién logra despertarse con una sonrisa, agradeciendo el nuevo día que viviremos?
Solo puedo pensar en angustia, nerviosismo, necesidad de aislarme, que no miren, que no me hablen y probablemente estaré más reactiva que de costumbre.
La segunda gran desventaja es que al estar en permanente comparación con los demás y con lo que creo que los demás esperan de mí, mi autoestima sufre profundas heridas, queda desgarrada.
Sé que nuestra sociedad y educación no promueven la construcción de la autoestima, más bien el autocastigo permanente por lo que no hice, no logro, no soy, etc.
Una persona con su autoestima sana es alegre, generosa, abierta, cooperativa.
¿Poder percibir la diferencia de resultados entre quien busca aprobación externa y quien se aprueba a sí mismo?
Por lo tanto el bienestar emocional depende de la mirada propia. Actuar conforme a mis valores me da tranquilidad, integridad, coherencia. Tenemos la gran oportunidad de apoyarnos en nuestras fortalezas sin que las percepciones distorsionadas de lo que los demás puedan pensar de nosotros nos afecte.
Ahora sí puedo visualizar esa alegría, energía positiva, ganas de realizar actividad física, comer más saludable, proyectar y cumplir metas, compartir momento con personas queridas.
Y si bien lo mencione antes, deseo explayarme un poco más en esto: el buscar desmedidamente la aprobación externa puede llevarnos a actuar de maneras que no sean auténticas. Vamos sacrificando nuestra verdadera identidad, personalidad, para desarrollar otra más a gusto, a la medida de todos. Lo cual es una tarea imposible, ya que hay personas con las que tenemos puntos en común y otras con las que no, aún después de esforzarnos por encontrarlos. Al persistir en este accionar se nos va dificultando relacionarnos de manera significativa, a nivel más profundo con los demás, se desarrollan relaciones superficiales que generan un gran vacío interior. El encuentro almico, ese encuentro de personas que se conectan en profundidad es vivificante.
Por lo tanto cuando estoy pendiente de la mirada ajena, en realidad dejo de estar pendiente de mi mirada, de lo que para mí es importante, relevante, innegociable.
Cuando mi mente y mi corazón están alineados, no tengo lucha interior, estoy en armonía, por lo tanto me brindo desde esa riqueza interior hacia los demás. Si puedo hacer click con otros, o sea conectarme significativamente, bienvenido sea y si no, simplemente no comparto el mismo camino y sigo tranquilamente el mío sabiendo que sí hay personas con las resueno y prefiero estar.
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