¿QUÉ ES LA ACEPTACIÓN?
Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), la aceptación es la acción y efecto de aceptar, y algunas de sus definiciones y sinónimos son recibir voluntariamente, admitir, aprobar, dar por bueno, consentir, asumir resignadamente un sacrificio, molestia o privación.
En el transitar de nuestra vida, cuando experimentamos determinadas situaciones, cuando suceden determinados hechos o eventos que no podemos cambiar, ¿es la aceptación, aprobación o resignación?
La aceptación puede ser vista como una emoción, como un estado de ánimo o como una actitud superadora, dependiendo de lo que se cree sobre ella y de cómo se experimenta.
LA ACEPTACIÓN COMO EMOCIÓN
Algunos postulados presentan a la aceptación como una emoción. Uno de ellos es el de la “Rueda de Emociones” del psicólogo estadounidense Robert Plutchik,
Esta rueda no sólo ofrece un marco para identificar las emociones, en las cuales algunas combinadas con otras determinan emociones más complejas, sino que resalta su importancia en la experiencia humana, en tanto influyen en nuestro comportamiento y decisiones; de esta manera:
Aceptación + Serenidad = Amor
Aceptación + Sumisión = Miedo
Además, presenta a la aceptación como una emoción de menor intensidad que la admiración y la confianza.
Mapa de la consciencia.
Otra posibilidad de entender a la aceptación como una emoción, es el “Mapa de la Consciencia”, una escalera hacia la Iluminación, desarrollado por el Dr. David R. Hawkins, un psiquiatra y autor estadounidense, en el que jerarquiza distintos niveles de consciencia alineados con una serie de emociones y cada uno con un nivel de energía vibracional asociado representado por un número; de esta manera, la aceptación la encontramos superando los niveles más bajos negativos que se corresponden con el ego y superando el nivel neutral, por lo que podríamos decir que es la llave a la espiritualidad, la que nos permite una vida armoniosa, que nos conduce al perdón, que nos permite evolucionar y trascender a niveles superiores positivos y creer en un Dios misericordioso.
Nivel más bajo: Vergüenza (20) …, miedo (100) … Nivel neutral (250) …
Aceptación (350) (nivel de felicidad 71%). Nivel más alto: Iluminación (700/1000)
Pero ¿qué es una emoción? Es una reacción psicofisiológica ante un disparador que nos predispone a la acción, una respuesta inmediata ante un estímulo específico, de corta duración, apenas segundos.
María descubrió que su pareja había sido infiel a pesar de que se habían prometido fidelidad absoluta y a pesar de que sobre esa promesa, construyeron la confianza en su relación.
¿Creen que pudo aceptar la infidelidad en una fracción de segundos inmediatamente de tomar conocimiento? ¿Experimentó la aceptación como una vivencia efímera, como una emoción?
LA ACEPTACIÓN COMO ESTADO DE ÁNIMO
En Coaching Ontológico reconocemos 4 estados de ánimo relacionados con la posibilidad de cambiar la realidad que percibimos y con nuestra disposición a oponernos o no a esa realidad.
Si nos oponemos a aquello que no podemos cambiar, a los hechos sucedidos en el pasado, estaremos en un estado de ánimo de resentimiento; en cambio, si no nos oponemos, estaremos en un estado de ánimo de aceptación que nos llevará a la paz.
Tendríamos aquí una doble aceptación, aceptar tanto los hechos como la incapacidad de cambiarlos, pero sin aprobarlos, ni darlos por buenos, ni consentirlos, ni asumirlos resignadamente, una manera de liberarnos para seguir adelante.
Si nos oponemos a aquello que sí podemos cambiar, a las interpretaciones surgidas de hechos o de otras interpretaciones, en el pasado o en el presente, estaremos en un estado de ánimo de resignación; en cambio si no nos oponemos, estaremos en un estado de ánimo de entusiasmo, altamente motivador.
Pero ¿qué es un estado de ánimo? Es una disposición emocional compleja, más duradera y menos intensa que las emociones, que influye en cómo una persona percibe y reacciona ante determinadas situaciones a lo largo del tiempo.
Lo primero que María se dijo a sí misma fue “no puede ser”. Estaba entre la negación y la confusión. Luego pasó al enojo, a la tristeza y a la angustia profunda. No entendía cómo alguien a quien creía conocer, en quien confiaba y con quien compartía una relación de amor, hubiera podido engañarla, traicionarla de esa manera.
La evidencia era clara y no se atrevía a enfrentar a su pareja. Necesitaba pensar con claridad, procesarlo, necesitaba pasar del rechazo, del rencor, del resentimiento, a la aceptación, pero no podía en esas condiciones, entonces le pidió a su pareja un tiempo para permitirse pensar y sentir en profundidad.
Mientras transcurría el tiempo, pensaba en que tal vez había omitido señales, tal vez había hecho algo mal, y se decía “¿por qué a mí?”, y poco a poco fue entrando en un estado profundo de reconocimiento, de reconocer que los hechos eran lo que eran, que no podía cambiarlos, que necesitaba liberarse del dolor y que para eso necesitaba aceptarlos.
Tal vez eso había sucedido por algo, tal vez algo mejor sucedería, entonces empezó a preguntarse “¿para qué?”, “¿para qué a mí?”, “¿qué necesito o qué puedo aprender de esto?”; y aceptó.
Pero faltaba lo más importante, tomar la decisión de continuar o no la relación con su pareja, más allá de lo que pudieran conversar una vez que se reencontraran.
¿Es la aceptación tan sólo un estado de ánimo?
LA ACEPTACIÓN COMO ACTITUD SUPERADORA
María sentía que su alma comenzaba a sanar, se había liberado de la carga y una poderosa sensación de empoderamiento la envolvía. Luego de ese proceso de negación, dolor y aceptación, reconoció que la decisión que tomara la llevaría a un futuro más pleno, y ella no sólo tenía el poder para transformar su futuro, en ella residía la el poder, la responsabilidad, y la capacidad para reinventarse a sí misma, para reconstruirse; y arrebatada por una profunda sensación de paz interior, tomó la decisión.
La aceptación no se detiene en el reconocimiento, sino que implica una predisposición a tomar acción, a responder y a evolucionar, a nuestra transformación personal, llevándonos a un estado de paz que la convierte en una actitud vital esencial.
Una actitud es la expresión o manifestación de un estado de ánimo. Es una predisposición para responder de una determinada manera, una forma de actuar, ante situaciones, basada en creencias y en los valores que las sustentan. Forma parte de la identidad de una persona.
CONCLUSIÓN
La aceptación es un concepto profundo que va más allá de una efímera y simple conformidad.
En su esencia es un proceso de sanación, de superación, de empoderamiento y transformación personal, que inicia con poder reconocer y recibir la realidad tal cual es, aceptando que los hechos no pueden cambiarse, y a su vez, aceptando los hechos, sin rencor, sin resentimiento, sin resignación; sin tener que estar de acuerdo con ellos. Cuando a este reconocimiento le damos la posibilidad de expresarse, de manifestarse, tomando acción, cuando nos permitimos evolucionar, cuando nos permitimos transformarnos, nos liberamos de la carga y alcanzamos la paz interior.
La aceptación como actitud, nos permite vivir una vida más consciente y más plena, alineada con nuestro verdadero ser; es la llave de la espiritualidad.
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