Cuando nuestra digestión está en equilibrio genera un estado antiinflamatorio y de integridad inmunológica que previene el desarrollo de enfermedades autoinmunes, inflamación crónica. Base de la enfermedad cardiovascular, enfermedades degenerativas y del cáncer.
Evitar todo lo que tenga gluten del trigo y lácteos (queso, yogur, leche), leer bien todas las etiquetas de todo lo que consumimos, que entre los ingredientes no contengan leche en polvo ni harina de trigo (tampoco la integral). La causa fisiológica de evitar estos alimentos es que interactúan con las células intestinales generando inflamación e hiperpermeabilidad intestinal. De esta manera pasan a circulación alimentos mal digeridos, bacterias de la flora y toxinas que activan el sistema inmune generando respuestas inflamatorias que favorecen la inflamación crónica y la autoinmunidad.
Otros alimentos a evitar son los edulcorantes: productos diet que contienen aspartamo, chicles diet, jugos y gaseosas light, etc. Leer absolutamente todas las etiquetas de los productos de consumo habitual y ante la duda, consultar.
Otros alimentos a evitar son los enlatados y productos con conservantes. Todas las reacciones bioquímicas de nuestro organismo utilizan cascadas enzimáticas. Los conservantes justamente son inhibidores enzimáticos, intervienen con nuestra bioquímica fisiológica entorpeciéndola.
Evitamos también todos los productos que contengan soja o maní que también pueden generar inflamación.
Otra forma de generar un estado antiinflamatorio y de equilibrar el sistema inmune es evacuar las tensiones cotidianas. Mínimamente los días que no realizamos otro tipo de ejercicio, realizar 30 minutos de caminata enérgica, con actitud aeróbica. Nuestra mente y emociones trabajan al ritmo de nuestra respiración, incorporar respiraciones conscientes al menos tres veces al día: al despertar, a media tarde y al finalizar el día laboral (idealmente luego de caminar y de tomar una buena ducha, terminando con unos segundos de agua tibia o fría).
Higiene básica para regenerar nuestra energía finalizada la jornada laboral o después de cualquier situación estresante.
Primero descargar la tensión acumulada: 30 minutos de caminata enérgica u otro tipo de actividad física.
Luego hacer un reseteo energético: Tomar una ducha caliente finalizando con unos segundos de agua fría.
Finalmente bajar un cambio: Realizar 5 minutos de respiraciones conscientes reteniendo el aire lo más posible. Al enlentecer los ciclos respiratorios (apnea), se enlentece el ritmo mental y emocional.
Disminuye el estado de alerta (SN SIMPÁTICO) y aumenta el tono parasimpático (relax, disfrute).
Esta rutina implica menos de una hora y libera horas de tensión acumulada, nos permite conectar con nosotros mismos, con las personas con las que compartimos nuestro hogar y con un espacio cotidiano de disfrute y distensión. Es gratis y de autogestión.
Durante las horas de la mañana el organismo se desintoxica, el hígado drena bilis, el intestino se encuentra en fase de reposo digestivo.
Podemos apoyar este proceso de la siguiente manera: Comenzar el día con un vaso de agua con jugo de un limón, jugos verdes de índice glucémico bajo, infusiones (té verde, mate con yerba orgánica, café negro sin cortar) y frutas de índice glucémico bajo: manzana verde, pomelo, frutillas, arándanos, limón, lima, frutos rojos.
Las anteriores son las frutas con mayor valor terapéutico y mejor tolerancia metabólica ya que son ricas en agua y fitonutrientes y bajas en azúcar, también son las que más ayudan a bajar de peso. Lo ideal es llegar al almuerzo habiendo consumido únicamente jugos verdes, frutas e infusiones. De esta manera el organismo cuenta con un periodo cotidiano para repararse, descansar y desintoxicarse.
La digestión implica procesar cosas grandes en pequeñas absorbibles, comienza en la boca, masticar hasta que el contenido bucal sea líquido y homogéneo. A la hora de comer apagar pantallas, poner música tranquila, sentarnos con nuestro plato, entre bocado y bocado apoyar los cubiertos en la mesa y masticar conscientemente.
Siempre una abundante ensalada cruda con aceite de oliva, sal rosada o marina y limón.
Añadir fuentes de grasas y proteínas saludables a todas nuestras ensaladas: palta, aceitunas negras, almendras o nueces activadas, queso crema de cajú o girasol. Algas: mineralizan y satisfacen. Añadir una cucharadita de té de algas nori en escamas o de espirulina en polvo a las ensaladas. Condimentos: aceite de oliva, limón, sal rosada o marina. Una ensalada así conformada es una comida completa.
Si tenemos deseos de algo más podemos incorporar una de las siguientes opciones:
Opción 1.- Cereales integrales sin gluten: quínoa, mijo, arroz integral o yamaní o legumbres en forma de hamburguesas, en sopas de verduras, solas, con pesto o aceite de oliva.
Opción 2 .- Otra opción es una porción de proteína animal: dos huevos duros (preferentemente ecológicos). Pescado (merluza o brótola). Evitar atún de lata, salmón y trucha de piscicultura. Pollo (preferentemente pastoril). Carnes magras. (Preferentemente de pastura). Siempre cocciones a la plancha, a la parrilla o al vapor.
Frutas frescas, un segundo jugo verde, frutas pasas (de uvas, de higos, de duraznos, de ciruelas), chía pudding, infusiones, licuados con leches vegetales y frutas, frutos secos (nueces o almendras preferentemente remojadas/activadas).
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